No anticipes su separación de la madre y la camada
Cada
vez es más común que los cachorros lleguen a manos de su familia humana cuando
tienen 4 ó 5 semanas y, como educador canino, son muchos los casos que he
tratado ya con perros que antes de llegar a la impronta recomendada, fueron
separados de su madre y hermanos/as. Muchos comportamientos y conductas que han
sido tratados tienen como origen esta precocidad en la llegada a su nuevo
hogar.
Puede
ser que en nuestro afán, erróneo casi siempre, de convertirnos en el foco
protector de nuestro cachorro, sea más atractivo tenerlos entre nuestro brazos
cuanto antes. Si todos fuésemos conscientes que le estamos privando de una fase
primordial en su desarrollo emocional y comportamental, se trataría en muchos
casos de mantener al cachorro junto a su madre y camada el tiempo recomendado.
La seriedad y responsabilidad del buen criador debe conducir a los futuros
propietarios a descartar una separación precipitada.
Cuando
nacen, los perros pasan casi todo el tiempo durmiendo y amamantándose de su
madre. Su progenitora es también la que comienza a estimular sus funciones sensoriales
y motoras. Es su primer contacto con la socialización, que condicionará la
sociabilidad y relación con el entorno del futuro perro adulto. Esta será
incrementada progresivamente con el contacto, los juegos, y la exploración de
entorno junto a sus hermanos/as de camada, bajo la supervisión constante de la
madre. Aquí se inicia el proceso educativo del cachorro, puesto que la madre
comenzará ya a marcar determinadas pautas educativas.
También
resultará básica y primordial la figura materna cuando llega la fase de la
inseguridad o miedo, que será a partir de la 5ª semana. El comportamiento
despreocupado del cachorro desemboca a una conducta más insegura y su instinto
de reconocer todo su entorno desciende por ello. Será una respuesta natural que
el cachorro busque la protección de la madre de un modo más constante, y ella
será la que le aporte la seguridad necesaria, y del modo correcto, en cada
momento. El lenguaje canino, el lenguaje corporal, comienza a asentarse de un
modo definitivo en cada cachorro.
En
esta fase será de gran ayuda la colaboración humana, siempre de un modo
controlado y que el cachorro sea capaz de gestionar de forma correcta. La
comunicación con su entorno, la sociabilización, será mucho más rica si
comienzan a participar en ella las personas, niños y adultos. Un defecto en la
sociabilización del cachorro con los humanos traerá consigo una inseguridad hacia
las personas, que sí que puede derivar en problemas más serios.
Será
entre la 8ª y la 10ª semana cuando el cachorro esté preparado para llegar a su
nueva familia. Esta ocupará, en ese momento, el papel principal en la
continuación de su proceso educativo y de sociabilización.
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