Conexión y Trasmisión
El post de esta semana queremos dedicarlo
a, quizás, la herramienta más común y utilizada con nuestros perros junto al
collar. La correa.
Pese a ser, como hemos dicho, uno de los
instrumentos más comunes en nuestro día a día con los perros, muy a menudo el
uso que hacemos de ella no es el correcto. La correa no es únicamente la
herramienta por la cual tenemos controlados a nuestro perro y nos sirve para
guiarle durante nuestros paseos. La correa también es un potente trasmisor de
emociones, las nuestras, al perro.
Por ejemplo. ¿En cuántas ocasiones hemos
presenciado a dos perros que a unos metros de distancia están enfrentados,
tirando con todas sus fuerzas de la correa, y ladrándose uno a otro?. Esa
tensión que hemos indicado, en muchos de estos casos, no hace más que potenciar
su estado emocional, disfrazando este de agresividad. En esos casos, si
desapareciese la tensión de la correa, desaparecería con ella la situación
descrita.
Para este post vamos a suponer que tu perro ya no tiene
ningún problema para que se le coloque su collar y que sentir que está unido a nosotros a través de una correa
no es ya ningún problema. Mientras tu perro no haya aceptado el uso del
collar y la correa, estas herramientas serán artículos incómodos, restrictivos
y no aceptados por él.
También
vamos a suponer que usas la correa correcta, ligera, resistente, flexible y de
1 a 2 metros. Todas estas características serán consideradas según la raza y el
peso de nuestro perro.
El primer objetivo debe ser aprender a
relajar nuestros brazos, que la correa nunca vaya tensa y sí con una pequeña
comba. De este modo evitaremos contagiar esa tensión al perro. Si hiciese falta
pide que te graben en las dos situaciones. Una caminando con la correa en la
mano sin perro y luego otra con él. Destierra cualquier pensamiento de ridículo
al solicitar esa ayuda porque, como hemos dicho, es básico y esencial que sepas
gestionar tu estado emocional en esos paseos. Comienza este entrenamiento en lugares donde estés
completamente tranquilo con tu perro, ajeno a cualquier factor externo que
usualmente te ponga en tensión como pudiesen ser zonas donde pueda encontrarse
a otros perros.
El segundo de los pasos es aumentar
nuestro nivel de observación, para poder anticiparnos situaciones tensas y/o
desagradables. Todos los paseos deberías de gestionarlos como un momento para
tu perro y para ti, dejando de lado en esos instantes cualquier otra
distracción, como el móvil por ejemplo. Sin embargo en esta fase sí que es
esencial que así sea para que tu capacidad de observación no se vea minimizada
por cualquier otro factor. También en esta fase debemos observar que la correa
sigue del mismo modo que estuvimos practicando el el paso anterior. Esto es,
sin ningún tipo de tensión en ella.
Si normalmente tu perro se excita cuando
se cruza durante su paseo con personas y/o perros, debemos ser capaces de
anticiparnos a esas situaciones y evitarlas, estableciendo una distancia de seguridad, para conseguir
que durante todo el paseo su estado emocional sea el óptimo y recomendado. Poco
a poco podremos ir recortando distancias a esas situaciones que activan a nuestro perro. Los motivos por
esa excitación pueden ser diversos, pero lo importante ahora es evitar ese tipo
de confrontaciones.
Si durante este entrenamiento comienzas a sentir su tensión al presenciar un perro
y/o una persona, nunca tires hacia atrás de la correa o mantengas esta tensa,
porque su estado de actividad aumentará. En esta situación es importantísimo
que mantengas la calma y alejes, de forma tranquila, al perro de aquello que
provocó su reacción. Cada vez que obtengamos esa respuesta, volveremos al paso
anterior y repetiremos el mismo tantas veces como sea necesaria.
El tercer paso es conseguir un excelente
vínculo, en la calle, con nuestro perro. El perro, normalmente, tira de la
correa porque quiere explorar y reconocer su entorno. Eso le motiva mucho más
que estar junto a nosotros. Tenemos que conseguir que el perro desee estar a nuestro lado. Si no lo
leíste antes, te dejo este ENLACE donde hablamos sobre el vínculo del perro con
su guía.
Todos estos ejercicios son progresivos, y
no finalizarán ni en un día ni en dos, por lo que la paciencia y la constancia
deben convertirse, en estos casos, en compañeras de vuestros paseos.
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